Si me ves preso de excesos
es por una severa falta de besos.
La soledad de mis noches
me caló hasta los huesos.
El tequila es mi mejor compañía,
todo a cambio de unos pocos pesos.
Me ayuda con mi dolor y poesía
aunque nunca quedemos ilesos.
La droga tampoco me deja,
ahoga mi tormento
y me aconseja
cada que resivo su aliento.
Tengo también mi pistola,
cargada con balas de soledad.
Será ella la última en decierme "hola"
antes de que deje esta ciudad.