lunes, 25 de abril de 2011

Odio el dos de mayo


Odio el dos de mayo 
y es por lo que dentro de mí callo.
Es un día demasiado triste,
pues el día en que por primera vez me viste
y me dijiste: "Bienvenido a la vida".
Sin saber que yo la iba a rechazar
pues mi mente está afligida
por tanto reprochar sobre esta herida.

Lo que pasa es que yo no pedí nacer
y lo único que quiero es desaparecer
para conseguir ese descanso que ya creo merecer
mientras pienso en ese maldito amanecer
en el que una hermosa mujer me trajo al mundo
sin saber esa cosa por la que ahora me hundo
y, es que llevo un dolor tan profundo
que a cada segundo me consumo en el horror.

Cada año, el dos de mayo pasa lo mismo:
Me perturba el pesimismo de que ya llegó mi cumpleaños. 

Mi demonio interno


Yo no estoy cambiando,
más bien mi demonio interno
ya está despertando 
y haciendo de mi mente un infierno.

El rostro del vacío se refleja en todas partes,
se encuentra incluso en mi arte.
No hay escape a su ataque;
"Voy a dominarte", repite.

Aunque sea una causa perdida
lucharé hasta el final
y para cuando termine esta partida
seré otro miembro del mal.

Mis aspiraciones ya no importan
y mis creaciones ya no me confortan.

Ya perdí la vida y la esperanza,
justo cuando todos mis temores me alcanzan. 

No hay poema


No hay poema, no hay inspiración,
sólo hay problemas y frustración.

Ya nada me preocupa
y el deseo de muerte ocupa toda mi cabeza
como la tristeza a mi corazón,
fue ésta el motivo de mi creación.

Mi poema termina de una manera muy triste,
como cuando viste a esa madre morir
al momento de pisar esa mina
y a su hijo sucumbir ante sus lágrimas.

El vacío me alcanza,
ya no tengo esperanzas de salvación;
caeré en el hoyo que provocará mi defunción.